Queremos romper ese tabú

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"Perder el pasado significa perder el futuro"
 
Wang Shu
 
 

    Para mantener su dominio y control, este sistema necesita negar la memoria disuadiéndola de investigar las raíces que generan la desigualdad, la explotación, la opresión, la crisis y la guerra, acallando toda voz que pueda decir las razones y destruyendo toda verdad histórica.
     Nunca antes se había intentado reescribir la historia de una manera tan sistémica como en los últimos 50 años con el fin de moldear el pensamiento a los intereses dominantes y negar las profundas razones socioeconómicas que subyacen a los conflictos sociales.
Romper toda forma de solidaridad, empatía, compartir las razones de las luchas y su posible desarrollo es aún más necesario hoy.
    Cuanto más está en crisis este sistema y empeoran las condiciones de vida y de trabajo de las clases subalternas, más necesita, por un lado, reprimir y, por otro, crear consensos, demonizando cualquier posibilidad o idea de transformación social.
    Atacar la memoria significa atacar la lucha de clase, hoy aún vigente que continúa hasta el día de hoy contra las experiencias que se desarrollaron en las décadas de 1970 y 1980.
    Estos años que el Estado los califica como "años de plomo".  Pero para los trabajadores, los desempleados, los estudiantes, las mujeres y todos los oprimidos, los años de plomo fueron los años desde la posguerra hasta la década de 1960 fueron años de plomo: para los trabajadores que vivían en condiciones laborales y de explotación muy duras (salarios de hambre, jornadas muy largas, ritmos inhumanos...), sometidos a sistemas de registro y control (Valletta/Fiat); para los estudiantes forzados a una educación autoritaria; para las personas necesitadas de asistencia que tuvieron que pagar por la atención médica; para los que buscaban una vivienda y la casa era un lujo; para los presos y enfermos mentales encarcelados en prisiones y manicomios similares a los campos de concentración. Años en los que murieron personas (trabajadores del campo, estudiantes, obreros), a manos de la policía, o de los fascistas a su servicio, durante las manifestaciones.
    Para la clase, en cambio,  fueron años dorados y no años de plomo, los que siguieron: años en los que, gracias al equilibrio de fuerzas y al miedo a que el poder perdiera por completo su dominio, se obtuvieron reformas y concesiones a través de luchas (aborto, recuperación automática de salario contra la inflación , divorcio, ley Basaglia por el cierre de los hospitales psiquiátricos , maternidad, centro de atención y asesoramiento para la mujeres, renta controlada, Servicio Nacional de Salud...); fueron años en los se cuestionaban las jerarquías, el control en la fábrica, los ritmos de trabajo, el autoritarismo en las escuelas. Un periodo en el que maduró un protagonismo, un conocimiento crítico colectivo y un proceso de concientización que involucró a la clase en su conjunto, fortalecido también gracias a las experiencias de las luchas de liberación de los países del Sur del mundo, de las guerrillas del Che, de la lucha del Viet Cong, de los fedayines palestinos, de la liberación en Argelia y de las guerrillas en el centro de las metrópolis capitalistas (Francia, España, Grecia, Alemania, Estados Unidos). Luchas que hablaban de "revolución", proyectadas hacia un cambio en las relaciones sociales, económicas y culturales, liberadas de la explotación y de la lógica de la ganancia.
    Es contra el intento de reescribir o anular la memoria de ese ciclo de luchas en sus diferentes formas y modos y para el cual 16 presos políticos desde los años 80 siguen encarcelados, que queremos llamar la atención y romper un tabú. No sólo porque esa historia pertenece a la clase de los explotados, a quienes la a llevado a cabo y a quienes hay que devolverles la dignidad y la verdad, sino también y sobre todo porque concierne al hoy y al futuro, a la posibilidad, cada vez más negada, de expresar un pensamiento crítico, de creer en la posibilidad de construir una alteridad a este modelo socioeconómico que sólo produce desigualdad, explotación y guerra.
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